*OLGA VILLAMIDE VIVES*

domingo, 21 de octubre de 2007



Exponer mi biografía y fotos, es un agradecimiento a la vida, dejando huella de mi historia en la mente de quien me lee.



Olga Villamide Vives, nacida en Barcelona el 14 de Diciembre de 1932.
En tiempo normal decía su madre, que no permitió que ninguna de sus hijas viviera el pánico de los bombardeos. Los bombardeos eran petardos, los reflectores antiaéreos fuegos artificiales, toda una feria. Las dos niñas, una a cada lado, con los ojos muy abiertos miraban al cielo en silencio, mientras ella impertérrita ponderaba el espectáculo. Se vivían unos días anormales en los que escaseaban las vituallas, y punto.

A Olga le horrorizaban luego los fuegos artificiales.
En el 1º de San Juan había una casa de pisos, cortada por las bombas, se podía ver desde la calle una cama con su colcha perfectamente alisada de color blanco. La imagen está aun viva en su mente.

Su padre se pasó la guerra en casa escondido, tenía a su padre luchando en el otro lado, en Canarias en un principio, la madre decía que estaba en el frente, la niña que tampoco sabia lo que quería decir “el frente”, callaba y escuchaba, no se habla con desconocidos.

Un buen día la madre empezó a decir que su marido había venido de permiso; estaba muy contenta, lo decía a todo el mundo, y luego se volvió el padre a quedar en casa escondido, y la madre lloriqueo y también habló de ello y del miedo que tenía. Así al cabo de un tiempo pudo nacer el tercero de los hijos, que vino de París, a pesar de ser un tiempo anormal. También pasaron los reyes magos por casa, parcos en regalos, pero hubo fiesta de reyes.

Hija de madre catalana, de ascendencia asimismo catalana y padre madrileño, Lugo, hidalgos y militares de carrera. La abuela canaria y de ascendencia asimismo. Meigas y Guanches. Pese a que sus padres siempre consideraron que llevaba impresa la “C” de casada. El padre, a la sazón contable de la Caja de Ahorros de la Diputación de Barcelona, hoy “La Caixa de Cataluña”; viendo el cambio que había sufrido la economía en general, decidió que debía aprender a ganarse la vida, por lo que pudiera ser.

Mis estudios fueron cursados en su totalidad en castellano; algo de francés, dado que fui educada por monjas francesas, Damas Negras, la casa madre se encuentra en París, de ello ha pasado tanto tiempo que lo tengo bastante aparcado; y un poco de inglés, casi olvidado.

Volviendo a mis estudios en las referidas monjas, de las que guardo un muy grato recuerdo, pero donde no ingresé hasta la edad de diez años recién cumplidos. No fui escolarizada antes por motivos de salud.

Sufría continuas infecciones de garganta, en otoño de 1936 estaba prevista la extirpación de aquel par de focos de pus llamadas amígdalas; no pudo ser, consecuencias de la guerra, total cuando se me pudo librar de ellas, ya me habían producido secuelas en el corazón, que la medicina imperante soluciono a base del más estricto reposo, ni hablar de colegio, como tampoco otras actividades como montar en bicicleta o cualquier juego que supusiera un esfuerzo físico.

Siguiendo con el tema de los estudios, fui en ellos lógicamente algo retrasada con respecto a mi edad, curse no obstante el bachillerato, y luego una especie de secretariado al uso: Cálculo Mercantil, Contabilidad, Teneduría de libros, taquigrafía y mecanografía; estudios mediante a los que oposite y entre a trabajar a Telefónica en calidad de secretaria a punto de cumplir los 19 años de edad; y hasta que contraje matrimonio con un Teniente de Infantería, paracaidista, del que tuve dos hijos varones, hoy felizmente casados y de los que tengo seis nietos.

Soy hija de padre madrileño, melómano frustrado: a mi abuelo, gallego, como ya dije, hidalgo de Lugo; no le parecía que la música fuera ocupación suficientemente seria para un futuro padre de familia, pese a las opiniones del profesor de música que no eran tales;
poco más o menos que cogidito de la oreja ingresó a su hijo en la Caja de Ahorros de la Diputación Provincial de Barcelona, recién inaugurada, y medró en ella.

A los doce años de edad, murió mi hermana de nueve, meningitis, mortal entonces, y ello despertó mi vena literaria, con quince años comencé mi primera novela, y contra viento y marea vinieron una tras de otra, muchas inacabadas, extraviadas, no pasadas a limpio; a papá le hacia gracia mi hoby, decía que mis escritos tenían música; pero ello no cambió mi preconcebido plan de estudios y posterior trabajo, hasta que contrajera matrimonio; puesto que esa era la costumbre, y las mujeres tenían que ser muy poco agraciadas para no llevara grabada la “C” de casada, y yo era decían, guapa.

Papá llenaba el hogar de notas musicales: piano, violín, violonchelo, guitarra, trompeta mandolina; y yo los cuadernos de apretadas letras. También me enseñó a tocar un poco el piano.

Mi querida madre llevaba su matrimonio, también al uso, adelantándose a los deseos de su marido; era lo que se calificaba como matrimonio ejemplar, que duro setenta años, faltaron cuatro días para cumplir los setenta y uno cuando murió papá, mamá le siguió a los dos meses y veintidós días.

Mi madre era de origen y ascendencia catalana, nacida en Barcelona, pero en casa siempre se habló en castellano; ella utilizaba el catalán con su familia; así podían hablar libremente, pues yo no me enteraba de nada; mi madre me llamaba la hermana escucha.

Mi marido odiaba mis aficiones literarias y me reñía por el tiempo que les dedicaba, tiempo según él, propiedad del cuidado de la casa, marido e hijos, y solía romper mis cuartillas si no estaban a buen recaudo.

En los primeros años de casados, cuando los niños eran pequeños contaba con la ayuda doméstica de una sirvienta, luego asistenta.

Estudie para ciencias: saqué el título de para-psicóloga, expedido por el finado FASSMAN, también Astrología y a echar las cartas. Reingresé en Telefónica y termine mi vida laboral con los justos quince años necesarios en el momento.

Mi marido enfermó de cáncer en el pulmón, estuve con él en la clínica. Lo operaron el dos de noviembre de 1998 y murió el nueve de diciembre del mismo año. Yo le cerré los ojos. Sus dos hijos, su hermana soltera y yo estuvimos a su lado hasta el último momento.

Si la edición de mi obra “Cizaña de Laurel” ha sido en Vigo, es simplemente porque no es precisamente fácil editar, y allí pude hacerlo. La presente el día del libro (23/04/2007) en el Corte Inglés de Barcelona, en la superficie sita en Françes Massia y se vendieron 28 ejemplares en el transcurso de una hora, en el que los estuve firmando, tiempo estipulado, se vende también en el punto de venta de la Puerta del Angel y en la Diagonal; en Vich “La Ploma”, Mallorca “Sagitari” y en una larga lista de provincias de España, asimismo en la Capital, en el Corte Inglés de Madrid.

EPÍLOGO:

Debido al asunto que se ventila en las páginas de mi novela; el mal trato del varón hacia la mujer, del que tanto se tiene que hablar desgraciadamente en nuestros días. Que nadie piense que mi intención es arremeter contra los hombres, a Dios gracias el mundo está también lleno de hombres encantadores, tiernos, dulces, amables y generosos, auténticos caballeros.

Mis dos hijos son varones y son la luz y la alegría de mi existencia; y tres de mis nietos son también varoncitos maravillosos. Mi marido era un caballero, con sus defectos y virtudes, pero un caballero; bendigo la memoria de padre, que se preocupo por toda su familia hasta el último momento de su larga vida. Tengo un hermano con el que me llevo maravillosamente bien y muchos amigos que son estupendos.

¡Por favor!, aprende a amar
todos somos iguales
con alegrías y males;
en la vida hay que danzar;

la vida marca el ritmo,
aprende a no criticar
tenemos que caminar
el marcado camino;

el que nos tocó al nacer;
¿si te toco el mejor?
otro tendrá el peor;
ayúdale en su hacer.

No desprecies su suerte,
¿mereces tu la tuya?
tampoco él la suya;
nos hermana la muerte.

Los pies por el pedregal
en la senda sangraran
no así los que en volandas
lleva el coche. No es igual.

¿Cuántas de nuestras pobres abuelas fueron silenciosamente violadas por sus dueños y señores (maridos), en virtud del debito conyugal? exigiendo en la soledad del tálamo, aprovechando la inocencia de la que era su compañera, su igual, lo que no era, ni es parte del renombrado débito. Sin olvidar a aquellas que sufrieron enfermedades venéreas como resultado de las juergas de sus susodichos. Hoy reciben el regalo del SIDA. Aunque ya no se mente el repetido débito; pero llevan ambos, grabado en el subconsciente, a través de los siglos, y eso no se borra en dos días, por muy liberadas que se sientan y por mucho que diserten las que se autodenominan feministas. ¡Cuidado!, no nos estemos masculinizando.

Intento encontrar la razón de esa vejación, de ese sometimiento; pues nacemos con los mismos derechos, somos simplemente personas; y lo único que se me ocurre es que se trata de un lacerante caso de envidia solapada, transmitida tácitamente a través de las generaciones. La gestación, esa unión con el feto y el doloroso parto. La auténtica sublimación del amor. Este sentimiento inefable que no nos está permitido compatir en su última consecuencia. No somos iguales, sino complementarios. Nuestros cerebros, allí donde anida el alma. Nuestros cuerpos son distintos. Es innegable.

La mujer ahora suele tener una profesión, se le permite acceder a ella y el trabajo le proporciona una independencia económica. Ha sacado los pies del plato. El problema sin duda ha variado tanto a nivel social como económico. Ahora las matan, sin previo juicio; ¿cuántas veces?. LAPIDACIÓN.

Isabel vivió el siglo pasado, pero sus desventuras, ¿están erradicadas?, o ¿simplemente evolucionadas?.

Isabel tejía puntillas a ganchillo con las que luego cubría su escote, como si se tratara de un adorno del vestido, un remate, para que no se vieran los moratones y cicatrices que con una gillette le dibujaba su esposo en sus vampirescos juegos de amor: y el marido sonreía complacido ante el detalle de la PUDOROSA esposa; que no acudía para ello a la modista.

Hoy en día muchas mujeres tapan con su maquillaje, moratones y heridas, somos más modernos, tenemos más útiles. Pero unas y otras callan. Todas no, pero todavía demasiadas. Todos lo sabemos. Y por añadidura ahora ya está casi abolido el gremio de las porteras, auténticas historiadoras de cualquier acontecimiento en la finca; y en cuanto a los vecinos, suelen no querer meterse en camisa de once varas. No son chismosos, lo que no tienen es conciencia, los que así obran.

La persona humana, hombre o mujer, no nace politizado, es un ser luchador que pelea por vivir y proyectarse en su prole, lo que le importa es su propia subsistencia y la de los suyos; le preocupa la política, como la medicina y la ciencia en general, en función de sus necesidades básicas.

Lo primordial es la vida misma, hablemos pues de la memoria histórica; ya que somos sin lugar a dudas hijos de ella; pero todo no es política abierta, conocida, proclamada por unos y otros. Existe otra política silenciosa, anodina, muda. La del hogar, la que se teje entre las cuatro paredes de la casa, y que tiene en su haber tantas víctimas inocentes, inocentes y predispuestas a ser víctimas.

El pueblo que olvida su historia esta avocado a repetir sus errores. Que nadie piense que arremeto contra los hombres, he gestado dos en mi vientre y son mi luz y mi alegría, tengo tres maravillosos nietos. Mi sangre no esta manchada. El mundo está lleno de caballeros, dignos de sus madres, hijas, esposa, hermanas. También ellos llevan la vida dentro de sí. El germen de la vida misma. Y hasta deciden el género del futuro hijo.

El varón que usando de la fuerza superior que le lego la naturaleza, viola, maltrata, somete a su capricho a una mujer, no tiene derecho a haber nacido, pues nació de mujer.

Isabel era una señora dulce, cariñosa, encantadora. Era amiga de mi madre y yo la quería mucho.

No hay que olvidar que la sociedad no evoluciona en línea recta, se desplaza en espiral. Una de cal y otra de arena. ¿Caminara alguna vez en línea recta?, sin desandar lo ya caminado cíclicamente. Aunque vaya mas despacio, así tendrá tiempo de meditar, de no equivocar el sendero.

Todos juntos podríamos hacer algo maravilloso. Luz y paz. Amor. El mundo está lleno de víctimas. Tampoco Joaquín fue feliz, fue víctima de si mismo. Sufrió en alguna medida el efecto bumerang sin duda; o dicho mas simplemente: quien la hace la paga.

Parece que la mujer nació para sufrir, para ser sometida. Del árbol caído todo el mundo hace leña.. Pero también para sentir algo inenarrable.

La vida es maravillosa,
dolor y alegría alternante,
quiere y no quiere amarte,
tallo de espinas de rosa.